29.08.12 - 00:07 -
Javier Rodríguez
Bajo el título 'Ataúlfo Argenta: Una batuta para la historia' el Aula de Cultura La Venencia, que preside Salvador Arias, sigue adelante con un original proyecto expositivo que se adelanta a los actos del aniversario del nacimiento del ilustre músico (Castro Urdiales, 1913-Madrid, 1958). Hasta el momento han presentado públicamente sus obras Indalecio Sobrino, Gloria Torner, Roberto Orallo, Sara Huete, Guido Velasco, Faustino Cuevas y, ayer por la tarde, Pedro Sobrado. Los próximos intérpretes artísticos del director serán Mercedes R. Elvira, José Gómez, J. Ignacio Goitia y Manolo Barrigón.
El cántabro Pedro Sobrado es un pintor de extraordinaria personalidad. Sus piezas resultan inconfundibles, no se parecen a las de ningún colega. Las líneas de grafito, el colorido, los temas que elige y la manera de plasmarlos le otorgan identidad propia. Por citar un ejemplo reciente, es el autor del cartel de la edición del Festival Internacional de Santander que acaba de concluír, elegante miscelánea de música y danza. Por cierto, hablando del FIS y de Argenta: se mantiene vivo el recuerdo de las nueve sinfonías de Beethoven que dirigió (Agosto 1953), con el cartel de 'Agotadas las localidades' colgado en taquilla, en la entrañable Plaza Porticada. Curiosidad al respecto poco conocida: solo miró ¡dos veces! las partituras, pues se las sabía de memoria. Los cuadros que le ha dedicado Pedro Sobrado tienen, según el autor, «toques de pop art, y trato de reflejar con ellos el porte distinguido de Ataúlfo, su personalidad en el tiempo». Son dos obras de sobresaliente, marca de la casa.
Al acto, celebrado ayer por la tarde en la sede de La Venencia en Santander -repleta de público hasta tal punto que muchas personas lo escucharon desde la calle- acudieron, entre otros invitados y autoridades, Margarita y Mª Ángeles, hijas de Argenta; Joaquín Solanas, director general de Cultura del Gobierno de Cantabria; Iván González, alcalde de Castro Urdiales; Ana Urrestarazu, concejala de Cultura; Enrique Torre, alcalde de Piélagos; César Torrellas, concejal de Cultura de Santander y numerosos artistas. Concluyó con un brillante mini-recital protagonizado por la soprano Elena Castresana y los guitarristas Javier Canduela y César Díaz.
Del inolvidable Argenta hablaron en su día muy elogiosamente sus compañeros. Citaré un par de ejemplos significativos. Teresa Berganza: «Era genial, y desgraciadamente se fue. Si no, en pocos años habría sido otro Karajan, aunque más apasionado que él: como un Solti. Uno de los grandes. En París se lo comían, porque era todo: un gran músico, un artista impresionante, con un gesto precioso dirigiendo». Y para Cristóbal Halffter «hizo posible que en Madrid hubiese una orquesta capaz de estar al lado de cualquier otra del mundo. Argenta tomó nuestra música en sus manos para elevarla siempre y darle categoría en sus versiones. En Argenta se pierde a la figura más universal que España tenía desde la muerte de Manuel de Falla».
Ayer la famosa batuta de nuestro querido paisanuco, que luce en urna como una joya en el hall del Palacio de Festivales de Cantabria, se transformó en pincel manejado magistralmente por Pedro Sobrado.